jueves, 22 de marzo de 2007

Una cremallera en la espalda

Tengo una cremallera en la espalda,
que se abre sin avisar,
y se escapan todas las amarguras,
con tintas y sepulturas
y vuelan a otra mar.

Tengo una boca de globo en la espalda,
que me explota y salen sin rechistar
una cola de hormigas,
una vomitera de pasado,
unos sietes, unos dados
y una chistera de payasa.

Tengo una cuerda en la espalda
que me recorre la columna,
y me parte el pétalo
en dos silbidos.

Tengo una agonía en la espalda
que rebota caricias con la voz.,
que chilla cuentos y sueños.

Tengo una espina en la espalda
que me suelta todo el pus,
y me aleja de esta pena sin autobús.

Tengo un silencio en la espalda
que juega al póquer con la calma,
y el primero siempre gana;
sin sobresalto ni trampa.

Tengo una raíz en la espalda
que busca sueños
y sueña encuentros
que sube hasta mi casa,
baja hasta mi almohada,
entre París y Praga.

Tengo una proeza en la espalda,
pensar que la vida eterna
la sirven en la nevera,
intacta para la felicidad.

Tengo una cremallera en la espalda
que me saca todo de mi,
mi interior es un cuadro de Dalí,
sin marco ni soporte,
sin verme ni percibir.

Tengo una cremallera en la espalda
y a pesar de ello voy hacia delante,
suspiro de gitana,
pompa de lana,
charco de miel en Madrid.

Tengo un algo en la espalda
que no me deja dormir
que se lleva mi aire, mi cielo,
mis caries, mi bufanda de viejo ruin.

Tengo una cremallera en la espalda
que no me deja respirar,
me aspira todas mis células,
desde Viveros hasta mi clavícula.

Tengo una cremallera en la espalda
que se abre y no me deja vivir.

Por Gloria March

jueves, 15 de marzo de 2007

Una memoria sin ti

Me han crecido un par de ojos nuevos en la nuca que no hacen más que mirar atrás. Me han comentado que te están buscando y que no te encuentran. He preguntado a los de delante si ellos te han visto, pero me han contestado que ya te habían olvidado. El caso es que no sé por cuáles mirar, si por los que te buscan o por los que te olvidan.
Quizá haga crecer unos encima de mi cabeza para invertarme otra nueva forma de mirar hasta que decida si quiero borrarte o volver a encontrarte.

(Pincha debajo para escucharlo)

recuerdo (audio)

Voz inconfundible y voz confundible: Gloria March y Kurloi
Ambientación musical: Jarsey y Kurloi
La memoria: Kurloi
Montaje: Kurloi

Experimento

¿Y por qué no? Convertirme en la hija de Karl Marx cuando tú ya no estés...si es que te vas.


Experimento (audio)

Cuerdas vocales: Gloria March
Arquitectura musical: Goran Bregovic
Texto: Duncan
Montaje: Kurloi

miércoles, 14 de marzo de 2007

Radiografía de una piel

No sabía que me podía enamorar de una piel,
de un olor,
del sabor de tu boca mezclado con la jugosidad de tus labios,
de tus ojos achinados que guardan una mirada de niño revoltoso...esos dos focos negros que me cambian la mirada.

No me digas que no te mire de alguna forma porque es el resultado que provocas en mí cuando marcas tus dos ventanas en mí.

Tu tacto,
tus manos,
tu frente,
tu mandíbula,
tu oreja,
son todo piezas de un mismo placer.

Dos pieles rozándose son el principio de una relación sin palabras que todavía no tiene clasificación.

Más allá del deseo,
bebiendo de la sensualidad,
mezclándonos,
haciendo formas con nuestras piernas,
nuestros brazos...

Tengo el cuerpo con más marcas de las que creí que acabaría teniendo.
Está magullado,
con moratones por todas partes,
mordiscos,
pisotones,
pellizcos corporales,
rozaduras en los pies,
las ingles doloridas
de tanto danzarte
y danzarme sobre ti.

Me enamoré de una piel.

Mi piel se enamoró de otra piel
y arrastró al resto de mi cuerpo.

Mis articulaciones crujen
después de haber sufrido aquella descarga sobre mi cuerpo.


Mis articulaciones están de resaca,
cada leve movimiento de mis muñecas,
mis codos,
mis hombros,
tobillos y rodillas,
me recuerda su origen
y su por qué.

No hay placer sin dolor,
como lágrima sin agua.

Mis músculos están resentidos por aquél peso que aguantaron,
aquella presión que al desaparecer me ha dejado flotando en el aire.

Las partículas de mi piel se pelean
por los pequeños fragmentos de TU,
de tu olor que queda sobre mí,
y los meten en pequeños frascos que absorben.

El azul que me pintaste
pasó al azul de mis venas
y me recuerda que en otro tiempo fui agua,
en parte, gracias a ti.

Parece que nunca ocurriera,
que haya sido como un buen sueño...
pero entonces mi piel grita,
se estremece y convulsiona
mostrándome tus marcas sobre mi cuerpo,
tus mordiscos,
los moratones,
algún rastro azul en alguna esquina de una uña...

En un lugar por clasificar,
con un nombre a denominar,
te encuentras,
mientras nuestras pieles bailan
y nuestros aires se entremezclan
arrastrándonos a nosotros mismos.

Cuando la piel se enamora
de tus marcas de varicela,
de tus cejas,
tus facciones perfectas,
de la redondez de tu cabeza
que alberga tu laberinto interno,
donde cada esquina es una sorpresa
y un placer a descubrir con su propio ritmo,
cuando la piel se enamora,
el cuerpo
inevitablemente,
va detrás.

Por Gloria March

Negligencia Hemisférica

Tengo un ojo de repuesto en la mesilla de mi cuarto. Me lo dio un desconocido en mitad de una noche hace ya unos meses. Él estaba apoyado en mi puerta. En cuanto me vio llegar, dejó aquella caja en el suelo y bajó deprisa las escaleras. No le pude alcanzar. Venía de ver a J en aquel faro al borde del precipicio.

Son las doce. Estoy acabando de vestirme para salir hacia el faro. Antes creo que me vestía con más rapidez. Últimamente he notado que mis movimientos son más lentos a medida que se acerca la medianoche. Acaba de sonar el teléfono. Aún así tampoco me doy prisa para descolgarlo. Me meto la manga derecha de mi chaqueta de lana.

- ¿Si?- contesto

- ¿Vas a venir? - Me dice la voz de J - estoy aquí esperándote.

Tardo un poco en contestar. Mis palabras tampoco se quieren dar prisa. Me acerco a la ventana del salón. Retiro la cortina derecha que la cubre y abro el cristal. Desde aquí se ve la costa.

- ¿Dónde está el faro? – le pregunto.

- ¿Qué pregunta es esa? Donde siempre. Como si no lo supieras.

- Lo acabo de ver pero ya no está.

- ¿Vas a venir o no?- me dice impaciente- vamos a dejarnos de juegos que no tengo tiempo.

- Está bien. Voy a coger el coche. En diez minutos estoy allí – y aunque no estoy muy convencida lo hago.


Salgo a la calle y me dirijo hacia el coche. Está doblando la esquina de mi edificio, al final de la calle. Hace mucho frío esta noche. Mi brazo izquierdo está helado. Acelero el paso para llegar antes al coche. Cuando llego para mi tremenda sorpresa, me he quedado sin volante. Alguien se lo ha llevado.



Es la una menos cuarto. Mis piernas están cansadas y la izquierda encima tiene mucho frío. Durante todo el trayecto hacia el faro, creo que alguien se ha estado arrastrando detrás de mí. Me he dado la vuelta en varias ocasiones y aunque no he visto a nadie, he visto su rastro en el camino de tierra. Por fin he llegado. Veo a J a lo lejos. Se acaba de poner a correr hacia mí en cuanto me ha visto. Con lo que me ha costado llegar espero que esto no sea cosa de diez minutos.


- ¿Qué te ha pasado?- me dice J. Hasta ahora no había visto ese gesto de susto que procesa ahora su cara.

- Me han robado una parte del coche y he tenido que venir andando – le explico.

- ¿Sólo el coche?,¿te han hecho algo?

- ¿A mí? Ni siquiera sé quien ha sido. Aunque alguien me ha estado siguiendo mientras venía hacia aquí. Quizás fuese él.


- Y ¿por qué estás medio vestida?, ¿por qué llevas media chaqueta colgando y medio pantalón arrastrando?, ¿qué es lo que te han hecho?

- Ya te he dicho que nada. Y ahora que lo dices empiezo a entender el frío que estaba pasando.

Lo que no entendiendo es cómo he salido de casa de esta manera. No recuerdo haberme mirado en el espejo pero, estas cosas tan básicas no se me suelen olvidar. Nos quedamos mirando fijamente. Algo va mal. Apenas le reconozco. Me entran ganas de llorar y sin poder controlarme me derrumbo ante sus pies.

- ¿Por qué no puedo verte sin estar partido por la mitad? – le intento preguntar.



El único hospital que hay en toda la isla está a veinte kilómetros del faro. El olor me hace sentir nauseas mientras esperamos en aquella mitad de sala. J está muy callado. Su silencio también me provoca cierto malestar. Abre su media boca y me dice:

- No puedo quedarme mucho más. Me…

- Te están esperando en casa. Lo sé. Vete.

- Te llamo mañana.


Y sin despedirse se aleja la mitad que queda del hombre al que había besado de derecha a izquierda y de arriba abajo. El doctor llega con una explicación para mi estado. Me dice que sufro de negligencia hemisférica, esto es, un deterioro de los centros visuales de un lado del cerebro que provoca que el enfermo sólo vea la mitad de las cosas. Me aconseja que repose. Que puede ser debido a un shock pero que me recuperaré.


A las cuatro llego a casa. Echo todos los cerrojos de mi puerta por si a mi parte izquierda quisiera abandonarme ahora que se me ha hecho invisible. Me tumbo en mi cama. Empiezo a ser consciente de mi ceguera zurda. Pese a que he entendido las explicaciones del doctor, no me es suficiente. El escáner ocular ha pasado por alto la sombra de mi ojo. Menos mal que tengo el ojo de repuesto en el cajón de mi mesilla. Me tomo un tranquilizante que me han dado en el hospital y se oscurece la mitad del mundo que me queda.


Está sonando el teléfono. Con la mitad de mi visión un poco atontada voy hacia el salón y descuelgo el teléfono.

- ¿Diga?

- ¿Sabes dónde está mi sombra? – me pregunta la voz de J.

- Creo que mi ojo izquierdo la ha encontrado.


Y así, con mi ojo artificial sigo hasta que la sombra de J me deje volver ver las dos mitades de la realidad.

Por Kurloi

miércoles, 7 de marzo de 2007

Geografía

Con un paracaídas en la espalda que, sabemos que al final no se abrirá,saltamos desde la caja de cerillas. El destino del billete es GEOGRAFíA.

(pincha aqui abajo para descargarte el audio)

geografia (audio)

La voz en decadencia: Gloria March
Las letras del billete: Duncan
El vestido musical: Jarsey
La borrachera de sonidos: Aina Kurloi

Y la resaca...

lunes, 5 de marzo de 2007

Empieza la construcción

En breve mostraremos de qué tratan estos tres tristes textos.