Las ratas de la ciudad me acompañan por las calles
corriendo al ritmo de mis pasos para llegar a verte.
Me sonríen o no sé si es que se están riendo de ti.
Tus amigos mentidos los tengo pegados al oído y no dejan de susurrarme preguntas.
Las estrellas de la bandera de Madrid se han venido conmigo
y las llevo estrelladas en mis sobacos.
Las farolas se van encendiendo y apagando según voy girando.
Vengo a pelo, sin esmalte de uñas ni jolgorio facilón.
Tu polvo blanco se ha querido venir en forma de bruma.
Tu hermano me sonríe al pasar porque le gustaría haber estado en tu lugar.
Las cucarachas del verano juegan en zigzag para ver quien será la primera en llegar.
Tus tripis vienen en bandada como hienas para verte la cara de niño que acaba de descubrir que los reyes magos son los padres.
Las baquetas se han unido marcando el paso en cada adoquín.
Tus amantes me saludan y me animan en esta maratón.
Todas tus sombras se han juntado para hacer un gran oscuro detrás de mi.
Llevo todas tus latas de cervezas apretándome el paso.
La suela de mis zapatos se ha limado como tu lengua de tanto q he andado, y aunque no me salen herpes de chupar baños como a ti,
el asfalto se ha vuelto terciopelo,
y el andar con todos detrás ya es casi un placer.
Los pelos que dejaste en mi cama vienen para echarte cuentas, aunque ya les he dicho que ésto no tiene nada que ver con ellos.
Tus cables vienen apresurados como serpientes en reverberación.
Tus muertos me piden que me cague en ellos pero no tengo tiempo para pararme en algo que no va conmigo.
Todos han querido venir a verte.
Soy la virgen de las causas perdidas en el marco incomparable de la depravación.
Tengo a la ciudad entera acompañándome en procesión detrás de mi,
para encontrarte,
mirarte a la cara,
y simplemente decirte:
hola,
gilipollas,
te has quedado sin arroz al horno.
Texto: Gloria March
sábado, 28 de agosto de 2010
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