lunes, 28 de mayo de 2007

La caricia de una pena

Tiene la casa llena de vasos de agua de los que va bebiendo para seguir teniendo agua en el cuerpo para llorarla por las esquinas.
Cuello ladeado en los marcos de las ventanas tras una luz de farola al final de la calle.
Pasos de medio bailarina que nunca llegó a ser.
Uñas mal pintadas de unos pies sin manicura, de un rojo-negro que no sabe ni qué color es.

Melancolía entre las costillas, vestidito de Desdémona que fue en un tiempo. Pliegue en alto y saltitos.
Medio grito de PJ Harvey medio muñeca de caja de música.
Va sacando sus lágrimas a cada nota de piano, recordando lo que fueron y lo que han dejado de ser. La pureza que, a pesar de todo, sigue sintiendo en su interior que se va perdiendo a medida que se acerca su exterior.

Prostitución del amor.

Huesos bellos, que denotan un saber estar, marcas de antiguos abrazos.
Pelo que va rizándose más él mismo, hacia dentro, como ella misma.
Klimt en las entrañas.
Dolor de pasado que ya no duele, aguante para seguir siendo.
Elegancia de la tristeza en cada ángulo de su cuerpo, perfección en su mirada, abismo si te mira.
Todo y nada en una misma, donde los principios se agolpan en los propios finales.

Y esa uña sin esmalte.

La soledad de su piel, la esbeltez de un cuerpo amado y dejado.
La estética de una angustia ya casi sin dolor.
La caricia de una pena que moja cada mechón de su pelo a medida que baila en su cuartito de cristal.
Muñequita triste, mal pintada, de una cajita de música pasada encontrada en el Rastro de los charcos, donde la melodía está rayada en el mismo compás.
La caricia de una pena.

Por Gloria March.

lunes, 21 de mayo de 2007

Vagabunda

Nuestros compañeros de la radio nos han deleitado con esta magnífica pieza. Para todos aquellos vagabundos de pieles ajenas.

vagabunda (audio)

Letra: Mje