domingo, 13 de junio de 2010

Los que corren nunca supieron estar




Y tu saliste corriendo, claro.


Por un segundo pensé que no,

pero los segundos tardan lo que duran unos segundos,

y mi certeza inicial se volvió la contundente.


Y yo sigo ahí,

con todo tu baile alrededor,

con el vestido desabrochado y el pelo deshecho,

quieta e inmóvil,

para que el cuerpo no se sobresalte demasiado

y se tome una guerra con la de dentro.


Y sigo de pie,

con el resto de tus pasos por la cocina,

cacerolas sucias, restos de cebolla en la encimera,

ajos que se pudren en las rejillas,

paletas con restos de salsa,

claras de huevo goteando,

granos de arroz por el suelo,

vasos llenos de harina...no se que plato preparabas,

pero me has dejado la cocina revoltosa y sin banquete.

No te ha dado tiempo ni ha montar la guerra,

pusiste los tanques,

colocaste las municiones,

tiraste una bala al aire

y te fuiste corriendo,

pensando que la guerra se iba a hacer sola,

y lo que te ha quedado

es la estampa de tu miseria.

Tanques encarados en una pradera

que se oxidan.


Los que corren nunca supieron estar

(o el acojono masculino

ante una mujer

que aunque camina sin tacones

marca sus pasos como si los llevara)



Texto: Gloria March

Collage: Thierry Tillier


*Nota de la escritora: los acentos que faltan, el teclado del ordenador no le ha dejado ponerlos.