lunes, 24 de diciembre de 2007
Cuidadín
Me mantengo firme en el intento de no querer querer, pero cuando los momentos se van contando como ángeles que caen, la mente tiembla y golpea ese bulto de músculo que tengo colgado al costado. Pero me he tropezado con otra vida y una barrera que se retuerce en el petróleo porque aún no sabe ahogarse en la memoria y se debate para volver a ser.
Me he tropezado con desiertos y fotos rotas, rincones oscuros y perros cariñosos que esperan su alimento dos veces por semana. Me he tropezado con el miedo de dos, de tres y de cuatro que intentan degollarse los unos a los otros sin saber que son el mismo y se dicen gracias y por favor y de nada y ¿como va? y parece que todo está bien, mientras el deseo moldea estas palabras a su antojo para construir torres de ilusiones que hacen guardia en los picos más altos de las montañas más muertas. Montañas muertas que cercan los valles y devoran su luz para que su latir sea débil y su verde agonice en la humedad de lo que al principio puede creerse un nacer.
El valle de mi sexo sobrevive con la luz apagada, entre sábanas de papel albal y me pregunto que será de mí cuando este mundo con fecha de caducidad se esfume en el aeropuerto de una ciudad cualquiera.
Las olas de mi aliento seguirán rompiéndose contra el acantilado de su boca para que de cada ola quebrada nazca una curva dulce en la piedra de su corazón herido.
El mar es salado porque no puede morir, su piel es de sueños impenetrables, imposibles, irreales y debajo de mi piel, por mis venas rotas corren gotas de mar, sal y sangre que nunca morirán.
Por Tanya Beyeler
miércoles, 12 de diciembre de 2007
La voz volvió a hablar
Yo no te buscaba (audio)
Las vísceras en tinta y voz: Gloria March
Las vísceras de aire: Kurloi
martes, 11 de diciembre de 2007
(Olvidé poner título)
No acabo de despertar nunca aunque cada noche pongo una hora distinta
y cada mañana suena una música distinta.
A pesar de eso, sigo sin acabar de despertarme.
He notado que los azulejos de mi habitación se mueven, empiezan a soltarse del suelo,
primero fue el que está al lado de la puerta, luego le siguió el del armario.
No sé si se mueven porque los piso o si son ellos los que hacen que ande.
Mis paredes se han quedado sin fotos de ningún tipo de hombre.
Se han ido cayendo ellas solas.
Mis uñas cambian de muda pero no acaban de encontrar su vestuario.
Mis pendientes comentan entre ellos quién será el próximo que perderé…
Hablan tanto de mí a mis espaldas que he dejado de ponérmelos.
Y sigo sin acabar de despertarme.
Los tés crían en mi despensa
llegando a tener una familia de sabores
que endulzan mis chutes de despertares.
Pero sigo sin acabar de despertar.
Mis zapatos se esconden de mí debajo de la cama para que no les haga más agujeros.
No les gusta mi paso entrecortado y desequilibrado,
ni que las escaleras mecánicas que ni siquiera subo se coman sus puntas.
Mis sábanas se burlan de mí, me ahogan, me marean, me engatusan
y no dejan que acabe de despertarme.
Las guitarras y los pianos me miran con ironía,
me apuntan con el dedo
y me sacan la lengua.
¿Se puede tener resaca sin haber bebido alcohol?
Mis bolsos esperan aburridos en el armario
a cuál de ellos elegiré para el paseo ansiótico de hoy.
Los planos de metro se deshacen en mis bolsillos,
salen disparadas líneas de metro de colores,
paradas con nombres de sueños de Artaud:
Mar de Cristal, Prosperidad, Sol, Lavapiés…
Y todas esas líneas se me rizan en las rodillas
y no me dejan acabar de despertar.
El pomo de mi puerta está harto de oír siempre las mismas canciones
y aunque tontea con la vela verde,
la melancolía del aura de mi cama le cabrea.
De repente todos los pomos de mi armario discuten a voz en grito
quién ha sido mi mejor amante.
Mis personajes en forma de pantalones,camisetas y faldas
callan mudos y con la mirada baja hasta el día de mañana.
Nunca les gustó ser el vestuario de una sonámbula.
No sé qué pasa pero no acabo de despertar.
Mis libros se dan ánimos y se leen los títulos
unos a otros para no sentir que han dejado de existir.
Saben que nunca acabé de despertar.
La estantería que iba a colgar ya se marchó a su Ikea natal
cansada de estar arrinconada entre giros de polvo.
El calendario se pasa él solo los meses,
le daba vergüenza seguir marcando junio en pleno invierno.
La papelera me esconde los pañuelos usados
para hacerme creer que nunca lloré.
Mis agendas juegan a las cartas arrancándose los días que están por venir.
Ha empezado un holocausto en mi cuarto y nadie me ha avisado.
Tal vez sea porque no acabo de despertar.
Las sombras de ojos se lanzan hacia los pintalabios
y el rímel se esnifa los restos de marrones, mates, ocres y negros que quedan.
Juegan entre ellos, se chupan, se corren, se empastan,
se ríen de dónde iba cada uno y de dónde han acabado.
A pesar de sus risas sigo sin despertar.
Mis bufandas, pañuelos, fulares penden deprimidos,
saben que volveré a tener pus en la garganta el mes que viene
por mucho que me los envuelva.
Mis llaves me arañan con sus hendiduras
mientras el cable del mp3 se enmaraña y retuerce,
mi móvil gotea batería para que no acabe de salir por la puerta,
la alfombrilla del descansillo se convierte en arena movediza,
el perchero se engancha a alguno de mis rizos…
Todos me retienen para que no salga a la calle sonámbula.
Pero aún así,
no sé por qué,
no acabo nunca de despertar.
Glo.
lunes, 19 de noviembre de 2007
Yo no te buscaba!!!
y te me pegaste al látigo de mi costado.
No buscaba nada en ti,
ni el padre de mis hijos
ni una sustitución del amor
ni siquiera un café caliente en condiciones.
No buscaba nada
y aún así de forma abrupta
te creaste tu propia habitación en mi casa,
llena de espejos con marcos horteras, dorados, barrocos
y paredes de aluminio de un rojo mal pintado.
Cámaras ciegas alrededor de tu cama
comentaban cada desplazamiento de tus miembros.
No me pediste permiso pero te construiste la habitación.
Yo no buscaba nada
y me vi metida en un río donde su corriente
estaba formada por pequeños trozos de cristal que me iban arañando.
No sé cómo pero dejé de diferenciar un arañazo de una caricia.
No te buscaba ni de lejos y apareciste
entre tres cuerdas rotas de una guitarra eléctrica
que más bien eran tres alambres
mal puestos por un yonki
que pensaba estar inventando un nuevo instrumento.
Qué no quiero que me muerdas más!!!
No busqué nada y me vi rodeada de moratones,
me despertaba alrededor de bolsas de plástico y polvo blanco
para crear ansiedades ajenas.
Yo no quería
pero me llevaste a ciegas a esos límites
donde sólo hace falta resbalar suavemente la punta del pie
unos centímetros para caer para siempre
y no levantarte ni en un millón de años extasiados.
Empecé a beber vino ruso,
el té de Alicia en el País de las Maravillas se volvió veneno,
y cada vez bebía más.
La dulzura del champagne pasó a la locura del vodka.
Yo no te busqué
y me dejaste plantada
en medio de un baile que giraba sobre mí,
tiovivos de gente gritando, calvos de cocaína,
esquinas de líneas blancas donde o se para o te pierdes en su lanzadera,
gente con gritos cóncavos, silencios que caían como gotas de ácido…
Qué yo no te buscaba!!!
Has sido el peor piojo que he tenido nunca. Por Gloria March |
jueves, 12 de julio de 2007
Sofá burdeos
A veces te pienso tanto que llego a secuestrarte en mi habitación.
A veces te pienso tanto que puedo pasarme la tarde entera contigo en aquel sofá burdeos de dos plazas.
A veces te pienso tanto que se me olvida que tú sólo existes en palabras.
Sofá Burdeos (audio)
La pensadora: Gloria March
Las palabras: MªJe
El cocktel: Kurloi
Música: Tom Waits
lunes, 25 de junio de 2007
Lápiz de labios
(pincha debajo para escucharlo)
Lápiz de labios (audio)
El color de labios: MªJe.
Montaje y música: Kurloi y Aixa.
Voz: Noemí Gayarre
lunes, 28 de mayo de 2007
La caricia de una pena
Cuello ladeado en los marcos de las ventanas tras una luz de farola al final de la calle.
Pasos de medio bailarina que nunca llegó a ser.
Uñas mal pintadas de unos pies sin manicura, de un rojo-negro que no sabe ni qué color es.
Melancolía entre las costillas, vestidito de Desdémona que fue en un tiempo. Pliegue en alto y saltitos.
Medio grito de PJ Harvey medio muñeca de caja de música.
Va sacando sus lágrimas a cada nota de piano, recordando lo que fueron y lo que han dejado de ser. La pureza que, a pesar de todo, sigue sintiendo en su interior que se va perdiendo a medida que se acerca su exterior.
Prostitución del amor.
Huesos bellos, que denotan un saber estar, marcas de antiguos abrazos.
Pelo que va rizándose más él mismo, hacia dentro, como ella misma.
Klimt en las entrañas.
Dolor de pasado que ya no duele, aguante para seguir siendo.
Elegancia de la tristeza en cada ángulo de su cuerpo, perfección en su mirada, abismo si te mira.
Todo y nada en una misma, donde los principios se agolpan en los propios finales.
Y esa uña sin esmalte.
La soledad de su piel, la esbeltez de un cuerpo amado y dejado.
La estética de una angustia ya casi sin dolor.
La caricia de una pena que moja cada mechón de su pelo a medida que baila en su cuartito de cristal.
Muñequita triste, mal pintada, de una cajita de música pasada encontrada en el Rastro de los charcos, donde la melodía está rayada en el mismo compás.
La caricia de una pena.
Por Gloria March.
lunes, 21 de mayo de 2007
Vagabunda
vagabunda (audio)
Letra: Mje
jueves, 26 de abril de 2007
Cubismo para tus oídos. 2ª Entrega.
(Pincha abajo para escucharlo)
Cubismo (audio)
Buzón de voces: Gloria March y Laura Adrián
Tonos y letras: Kurloi
miércoles, 25 de abril de 2007
CIENCIA EN TTT (Tres Tristes Textos)
lunes, 23 de abril de 2007
Soy Violeta
entre el cielo y el mar.
A veces sólo miro
a veces sólo vivo.
Cuando miro
no soy vista,
y cuando vivo
soy desaparecida.
Miro,
entre blancos y grises,
un lugar en el que quiero estar.
Vivo,
en un lío
de olas finas
que me dejan en el final
y así parezco tan bella
toda llena de agua y sal
mas no soy más
tan solo violeta
entre el cielo
y el mar.
Por Gloria March
jueves, 19 de abril de 2007
Cubismo para tus oídos. 1ªEntrega.
(Pincha abajo para escucharlo)
Cubismo (audio)
Buzón de voces: Gloria March y Laura Adrián
Tonos y letras: Kurloi
jueves, 5 de abril de 2007
Discreción evitable para oídos.
Discreción evitable (audio)
Institutriz: Laura...
La discreta palabra: Kurloi
Montaje: Kurloi
martes, 3 de abril de 2007
Concierto-recital de los zumbados trestristes textos
lunes, 2 de abril de 2007
Una discreción evitable
Se me descoloca la mandíbula cuando trato de articularte. El riego sanguíneo no me llega a las manos cuando mis ojos miran lo cerca que están de ti y deciden esconderse en el ártico. La discreción me devora los labios cuando casi trato de besarte. Por suerte sólo fueron los míos y no los tuyos.
Mi pelo se tensa hasta alisarse cuando trata de enzarzarse con el tuyo, pero al parecer le tiene miedo a tantas curvas.
También llevo encima un pesticida por si acaso a mi nariz se le ocurre robarte tu olor.
En mi retina te inviertes varias veces, incluso en tu ausencia. Debes estar creándome ciertas dioptrías.
Quizá la próxima vez, mi discreción necesite más precauciones para que no acabe por devorarte.
Por Kurloi.
Fotografía: Laura Adrián.
Bipolaridad ocular
(Pincha debajo para escucharlo)
agridulce (audio)
El ojo salado: Gloria March
El ojo dulce: Verónica Mas
El lápiz de ojos: Duncan
El pincel sonoro: Kurloi
Músicas: Manta Ray y Troy Pierce
jueves, 22 de marzo de 2007
Una cremallera en la espalda
que se abre sin avisar,
y se escapan todas las amarguras,
con tintas y sepulturas
y vuelan a otra mar.
Tengo una boca de globo en la espalda,
que me explota y salen sin rechistar
una cola de hormigas,
una vomitera de pasado,
unos sietes, unos dados
y una chistera de payasa.
Tengo una cuerda en la espalda
que me recorre la columna,
y me parte el pétalo
en dos silbidos.
Tengo una agonía en la espalda
que rebota caricias con la voz.,
que chilla cuentos y sueños.
Tengo una espina en la espalda
que me suelta todo el pus,
y me aleja de esta pena sin autobús.
Tengo un silencio en la espalda
que juega al póquer con la calma,
y el primero siempre gana;
sin sobresalto ni trampa.
Tengo una raíz en la espalda
que busca sueños
y sueña encuentros
que sube hasta mi casa,
baja hasta mi almohada,
entre París y Praga.
Tengo una proeza en la espalda,
pensar que la vida eterna
la sirven en la nevera,
intacta para la felicidad.
Tengo una cremallera en la espalda
que me saca todo de mi,
mi interior es un cuadro de Dalí,
sin marco ni soporte,
sin verme ni percibir.
Tengo una cremallera en la espalda
y a pesar de ello voy hacia delante,
suspiro de gitana,
pompa de lana,
charco de miel en Madrid.
Tengo un algo en la espalda
que no me deja dormir
que se lleva mi aire, mi cielo,
mis caries, mi bufanda de viejo ruin.
Tengo una cremallera en la espalda
que no me deja respirar,
me aspira todas mis células,
desde Viveros hasta mi clavícula.
Tengo una cremallera en la espalda
que se abre y no me deja vivir.
Por Gloria March
jueves, 15 de marzo de 2007
Una memoria sin ti
Quizá haga crecer unos encima de mi cabeza para invertarme otra nueva forma de mirar hasta que decida si quiero borrarte o volver a encontrarte.
(Pincha debajo para escucharlo)
recuerdo (audio)
Voz inconfundible y voz confundible: Gloria March y Kurloi
Ambientación musical: Jarsey y Kurloi
La memoria: Kurloi
Montaje: Kurloi
Experimento
Experimento (audio)
Cuerdas vocales: Gloria March
Arquitectura musical: Goran Bregovic
Texto: Duncan
Montaje: Kurloi
miércoles, 14 de marzo de 2007
Radiografía de una piel
No sabía que me podía enamorar de una piel,
de un olor,
del sabor de tu boca mezclado con la jugosidad de tus labios,
de tus ojos achinados que guardan una mirada de niño revoltoso...esos dos focos negros que me cambian la mirada.
No me digas que no te mire de alguna forma porque es el resultado que provocas en mí cuando marcas tus dos ventanas en mí.
Tu tacto,
tus manos,
tu frente,
tu mandíbula,
tu oreja,
son todo piezas de un mismo placer.
Dos pieles rozándose son el principio de una relación sin palabras que todavía no tiene clasificación.
Más allá del deseo,
bebiendo de la sensualidad,
mezclándonos,
haciendo formas con nuestras piernas,
nuestros brazos...
Tengo el cuerpo con más marcas de las que creí que acabaría teniendo.
Está magullado,
con moratones por todas partes,
mordiscos,
pisotones,
pellizcos corporales,
rozaduras en los pies,
las ingles doloridas
de tanto danzarte
y danzarme sobre ti.
Me enamoré de una piel.
Mi piel se enamoró de otra piel
y arrastró al resto de mi cuerpo.
Mis articulaciones crujen
después de haber sufrido aquella descarga sobre mi cuerpo.
Mis articulaciones están de resaca,
cada leve movimiento de mis muñecas,
mis codos,
mis hombros,
tobillos y rodillas,
me recuerda su origen
y su por qué.
No hay placer sin dolor,
como lágrima sin agua.
Mis músculos están resentidos por aquél peso que aguantaron,
aquella presión que al desaparecer me ha dejado flotando en el aire.
Las partículas de mi piel se pelean
por los pequeños fragmentos de TU,
de tu olor que queda sobre mí,
y los meten en pequeños frascos que absorben.
El azul que me pintaste
pasó al azul de mis venas
y me recuerda que en otro tiempo fui agua,
en parte, gracias a ti.
Parece que nunca ocurriera,
que haya sido como un buen sueño...
pero entonces mi piel grita,
se estremece y convulsiona
mostrándome tus marcas sobre mi cuerpo,
tus mordiscos,
los moratones,
algún rastro azul en alguna esquina de una uña...
En un lugar por clasificar,
con un nombre a denominar,
te encuentras,
mientras nuestras pieles bailan
y nuestros aires se entremezclan
arrastrándonos a nosotros mismos.
Cuando la piel se enamora
de tus marcas de varicela,
de tus cejas,
tus facciones perfectas,
de la redondez de tu cabeza
que alberga tu laberinto interno,
donde cada esquina es una sorpresa
y un placer a descubrir con su propio ritmo,
cuando la piel se enamora,
el cuerpo
inevitablemente,
va detrás.
Por Gloria March
Negligencia Hemisférica
Son las doce. Estoy acabando de vestirme para salir hacia el faro. Antes creo que me vestía con más rapidez. Últimamente he notado que mis movimientos son más lentos a medida que se acerca la medianoche. Acaba de sonar el teléfono. Aún así tampoco me doy prisa para descolgarlo. Me meto la manga derecha de mi chaqueta de lana.
- ¿Si?- contesto
- ¿Vas a venir? - Me dice la voz de J - estoy aquí esperándote.
Tardo un poco en contestar. Mis palabras tampoco se quieren dar prisa. Me acerco a la ventana del salón. Retiro la cortina derecha que la cubre y abro el cristal. Desde aquí se ve la costa.
- ¿Dónde está el faro? – le pregunto.
- ¿Qué pregunta es esa? Donde siempre. Como si no lo supieras.
- Lo acabo de ver pero ya no está.
- ¿Vas a venir o no?- me dice impaciente- vamos a dejarnos de juegos que no tengo tiempo.
- Está bien. Voy a coger el coche. En diez minutos estoy allí – y aunque no estoy muy convencida lo hago.
Salgo a la calle y me dirijo hacia el coche. Está doblando la esquina de mi edificio, al final de la calle. Hace mucho frío esta noche. Mi brazo izquierdo está helado. Acelero el paso para llegar antes al coche. Cuando llego para mi tremenda sorpresa, me he quedado sin volante. Alguien se lo ha llevado.
Es la una menos cuarto. Mis piernas están cansadas y la izquierda encima tiene mucho frío. Durante todo el trayecto hacia el faro, creo que alguien se ha estado arrastrando detrás de mí. Me he dado la vuelta en varias ocasiones y aunque no he visto a nadie, he visto su rastro en el camino de tierra. Por fin he llegado. Veo a J a lo lejos. Se acaba de poner a correr hacia mí en cuanto me ha visto. Con lo que me ha costado llegar espero que esto no sea cosa de diez minutos.
- ¿Qué te ha pasado?- me dice J. Hasta ahora no había visto ese gesto de susto que procesa ahora su cara.
- Me han robado una parte del coche y he tenido que venir andando – le explico.
- ¿Sólo el coche?,¿te han hecho algo?
- ¿A mí? Ni siquiera sé quien ha sido. Aunque alguien me ha estado siguiendo mientras venía hacia aquí. Quizás fuese él.
- Y ¿por qué estás medio vestida?, ¿por qué llevas media chaqueta colgando y medio pantalón arrastrando?, ¿qué es lo que te han hecho?
- Ya te he dicho que nada. Y ahora que lo dices empiezo a entender el frío que estaba pasando.
Lo que no entendiendo es cómo he salido de casa de esta manera. No recuerdo haberme mirado en el espejo pero, estas cosas tan básicas no se me suelen olvidar. Nos quedamos mirando fijamente. Algo va mal. Apenas le reconozco. Me entran ganas de llorar y sin poder controlarme me derrumbo ante sus pies.
- ¿Por qué no puedo verte sin estar partido por la mitad? – le intento preguntar.
El único hospital que hay en toda la isla está a veinte kilómetros del faro. El olor me hace sentir nauseas mientras esperamos en aquella mitad de sala. J está muy callado. Su silencio también me provoca cierto malestar. Abre su media boca y me dice:
- No puedo quedarme mucho más. Me…
- Te están esperando en casa. Lo sé. Vete.
- Te llamo mañana.
Y sin despedirse se aleja la mitad que queda del hombre al que había besado de derecha a izquierda y de arriba abajo. El doctor llega con una explicación para mi estado. Me dice que sufro de negligencia hemisférica, esto es, un deterioro de los centros visuales de un lado del cerebro que provoca que el enfermo sólo vea la mitad de las cosas. Me aconseja que repose. Que puede ser debido a un shock pero que me recuperaré.
A las cuatro llego a casa. Echo todos los cerrojos de mi puerta por si a mi parte izquierda quisiera abandonarme ahora que se me ha hecho invisible. Me tumbo en mi cama. Empiezo a ser consciente de mi ceguera zurda. Pese a que he entendido las explicaciones del doctor, no me es suficiente. El escáner ocular ha pasado por alto la sombra de mi ojo. Menos mal que tengo el ojo de repuesto en el cajón de mi mesilla. Me tomo un tranquilizante que me han dado en el hospital y se oscurece la mitad del mundo que me queda.
Está sonando el teléfono. Con la mitad de mi visión un poco atontada voy hacia el salón y descuelgo el teléfono.
- ¿Diga?
- ¿Sabes dónde está mi sombra? – me pregunta la voz de J.
- Creo que mi ojo izquierdo la ha encontrado.
Y así, con mi ojo artificial sigo hasta que la sombra de J me deje volver ver las dos mitades de la realidad.
Por Kurloi
miércoles, 7 de marzo de 2007
Geografía
(pincha aqui abajo para descargarte el audio)
geografia (audio)
La voz en decadencia: Gloria March
Las letras del billete: Duncan
El vestido musical: Jarsey
La borrachera de sonidos: Aina Kurloi
Y la resaca...